LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: APOLLO´S SONG
Tu vieja es puta. No, en serio. Es tan puta, que no sabés cuál de todos sus clientes puede ser tu padre. Y encima la muy puta, no sólo se revuelca con ellos mientras vos andás por ahí, sino que además, si llegás a pispear algo de “la acción”, se enoja y te caga a escobazos. Así es como, cada vez que ves animalitos garchando, te salta la térmica y tratás de matarlos, o de torturarlos. Tarde o temprano, terminás en un neuropsiquiátrico, donde tratan de curarte con terapia de electroshock. Esto te produce una serie de alucinaciones en las que se te aparece Atena, la diosa griega, y te juzga por tus crímenes contra el amor. Te condena a vivir infinitos amores que jamás se consumarán, y en eso consitirán tu(s) vida(s) de aquí en más. Médicos que tratan de sanar tu mente, y esta que te transporta a otras realidades en las que sólo recordás que te llamás Shogo Chikaishi, y en las que –inevitablemente- pinta la onda con una minita que te vuela el cráneo y con la que va a terminar todo mal, generalmente en tragedia.
No está mal como planteo argumental para una serie. Pero el autor de Apollo´s Song no es un autor común, sino el mismísimo Osamu Tezuka, el Dios del Manga (sorry que vuelva tan a menudo a reseñar obras suyas, pero es así, estoy en crack con el Maestro). Esta obra es de 1970 y marca el inicio del período “de transición”, ese en el que Tezuka abandona la historieta infanto-juvenil y empieza a explorar las temáticas adultas, en un hipnótico y fructífero coqueteo con el gekiga. Al dibujo le faltan unas monedas para estar al nivel de las obras más grossas de los ´70 (MW y Oda a Kirihito), pero es mucho mejor que el de Dororo, que podría ser la última obra del período “clásico”.
Decíamos que el planteo de armar la serie en base a historias de amor frustradas que transcurren en la mente enferma de Shogo era, claramente, un gran planteo. Sobre todo porque te permite mechar historias con ambientaciones muy distintas, de la Segunda Guerra Mundial al año 2030, y jugar con los tópicos de esos géneros (bélico o ciencia-ficción), que son más divertidos que los del comic romántico. Pero Tezuka va más allá. Para la mitad de la saga, Shogo se escapa del hospital, pasa a la clandestinidad, confronta a su madre (la muy puta lo tuvo tan joven, que todavía está buena y rodeada de prósperos clientes), y se enrosca en una historia de amor de verdad, de carne y hueso, que no es fruto de la hipnosis, ni del electroshock, sino de la onda que pega con una chica algo mayor que él, llamada Hiromi. Perseguido por la ley, Shogo cae por un acantilado, y delira durante días, en los que su mente vive otra historia de amor desafortunada. El final es explosivo y redondísimo: Shogo encontró el amor en el mundo real y la profecía de Atena está a punto de volver a cumplirse.
A años luz del mundo idílico y meloso del shojo (que en 1970 casi no existía), Tezuka propone una saga en la que el tema central es el amor, pero en la que juegan tantos elementos impactantes, que no te aburrís nunca en las más de 500 páginas que tiene Apollo´s Song. Hay machaca, persecuciones, violaciones, explosiones, runfla política, ecología, psiquiatría, robótica, mitología y hasta deportes. Lo podés leer como un thriller psicológico, o como un cóctel pasado de rosca entre todo lo anterior. Lo importante es que lo leas, porque del Manga no Kamisama se aprende muchísimo, más allá del período que estudies o la temática con la que te cebes.

0 comentarios:

Publicar un comentario