Let´s have a Winning Eleven! ^_^



(ilustración de José Luis Gaitan.)

LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: MAZINGER Z Vol.1
Nos vamos a un trip bizarro a los ´70, para encontrarnos con un ícono de la infancia de los que fuimos niños en aquella década: nada menos que Mazinger Z, el hiper-robot que alegrara tantas tardes de tele en blanco y negro con Nesquik y vainillas. En aquel entonces, no teníamos la menor idea de que ese dibujo animado era en realidad una adaptación de una historieta creada por Go Nagai. Apenas nos dábamos cuenta de que se trataba de un dibujo animado ponja por los nombres de los personajes, la constante mención a la geografía nipona y no mucho más. Lo que nos seducía, creo yo, era el formato serial, esa acumulación de aventuras muy parecidas entre sí, pero que llevaban una especie de dirección. Y obviamente, el tema de que el protagonista fuera un pibe. Que un chico cinco o seis años mayor que uno pudiera manejar a semejante robot y salvar al mundo tenía mucha más onda que ver las proezas de los héroes adultos.
Pero, malas noticias, de la nostalgia no se vive demasiado. Hoy me senté a leer el primer tomo de Mazinger Z, escrito y dibujado por Go Nagai, y se me cayó a pedazos cualquier cariño que le pueda haber profesado alguna vez. Nagai es un dibujante… ¿cómo decirlo sin que nadie se ofenda?... muy limitado. Eso, muy limitado. Está bien, estamos hablando de un tipo que en los ´70 llegó a entregar cinco mangas por semana. Obviamente hechos en equipo, en el estudio que él dirigía, pero siguen siendo 80 páginas por semana. O sea que parte de las limitaciones se explican con el dato de que Nagai sacaba las páginas con fritas, mal. Igual eso no explica, por ejemplo, los errores de anatomía, ni las pocas pilas para variar los ángulos de los enfoques.
Y hay cosas que son chocantes, pero que por ahí Nagai las hacía a propósito, como extremar el grotesco. Ves al abuelo de Koji y es un tipo horrible, desfigurado, pesadillesco. Los villanos (de los cuales en este tomo sólo aparecen el Barón Ashura y el Dr. Hell) son más bizarros que los de Dick Tracy y Batman juntos. Hasta el último personaje tercerón que aparece está deformado, como si Nagai no se decidiera a dejar los mangas humorísticos (con los que triunfó a fines de los ´60) para abocarse de lleno a la temática superheroica. El efecto máscara (ese truco tan japonés de dibujar los fondos y objetos en un estilo mucho más realista que el de los personajes) es algo que uno tiene ya incorporado de tanto leer manga (y álbumes de Tintín), pero Nagai se esfuerza para que hasta eso haga ruido e incomode. Y las chicas no sólo son todas iguales a Sayaka… además son feas! Muy loco, si pensamos que Nagai fue discípulo de Shotaro Ishinomori, que dibujaba chicas lindísimas.
Lo bueno es cuando esa impronta caótica, grotesca y desaforada se traslada a la narrativa en las escenas de acción. Ahí aparece un Nagai que –limitado y todo- tiene poco que envidiarle a los buenos dibujantes de superhéroes de los ´70. Las batallas entre héroes y villanos mecánicos son lo mejor que tiene el tomo, sin duda. Porque en las escenas restantes, el tono grotesco del dibujo de Nagai desentona con lo que nos está tratando de contar, que ya de por sí no es algo demasiado original: el pibe común, canchero e impulsivo, en vez de superpoderes, recibe un robot con superpoderes, y como es buen pibe, lo usa para defender a su país de un montón de villanos que –curiosamente- empiezan sus ataques 15 minutos después de que el héroe hace su primera aparición. O sea que si leíste mucho comic de superhéroes de los ´60 y ´70, no hay mucho que te vaya a resultar novedoso. Por ahí hay algún hallazgo en los personajes secundarios, especialmente en el Inspector Ankokuji, que tiene más onda y más carisma que el protagonista, pero el resto no llama tanto la atención y a Shiro, el hermanito de Koji, lo querés ver muerto cuando van menos de 20 páginas.
No va a ser esta la primera ni la última vez que, al revisitar a los íconos de nuestra infancia, nos encontremos con historias que hacen agua por varios lados y con dibujos muy por debajo de la media (y si no me creés, tratá de ver un par de episodios de Los Autos Locos), pero no sé si eso mina o no el status legendario del que goza Mazinger Z entre los fans de varias generaciones. Por ahí en los tomos posteriores, Nagai se pone más las pilas y este festival del grotesco, la grandilocuencia y la destrucción se hace un poco más fácil de digerir. Yo llego hasta acá, nomás.

KOMIKKOSPLAY en la última Anime Style del 2010...!!



Fuentes ajenas a la editorial nos hicieron llegar estas imágenes de una cosplayer inspirada en la revista para su sensual outfit... Aparentemente también realizó un fan-art que esperamos obtener para publicarlo en alguno de nuestros medios... Ampliaremos!

LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: THE QUEST FOR THE MISSING GIRL

Otra vez me dejo cautivar por los irresistibles influjos de Jiro Taniguchi, el mangaka favorito de los fans europeos y uno de los más grandes de todos los tiempos. Esta vez no me anduve con chiquitas: me metí de una en un manga escrito por el propio Taniguchi, que no se parece a ninguno de los otros, pero en el que se siente reverberar a varias de las obras anteriores del ídolo.
En general (ya lo subrayamos otras veces), lo más importante en los mangas de Taniguchi es la contemplación. El autor opta por los ritmos muy pausados, como para que a lo largo de muuuchas viñetas, los paisajes en los que transcurren las historias queden perfectamente descriptos. Y le sale bárbaro, por supuesto. Esta vez, juega a otra cosa. En The Quest… tenemos a otro duro, otro tipo que se divorció de la ciudad y se casó con la montaña, una especie de arquetipo al que Taniguchi vuelve cada vez que toca su tema favorito, que es el alpinismo extremo, de altas cumbres. Pero esta vez, Shiga no se va a tener que enfrentar contra un coloso de la naturaleza, sino que primero deberá rebuscárselas como investigador, sumergirse en la fosa séptica de la mega-urbe y enchastrarse como se enchastraban los detectives de la novela negra norteamericana. Este es un género que Taniguchi nunca había explorado antes, y llama la atención lo bien que lo encara.
En su peregrinar por Tokyo en busca de la desaparecida Megumi (la missing girl del título), Shiga va a ver la ciudad con ojos muy distintos a los El Caminante, por ejemplo, simplemente porque acá no hay tiempo que perder: está en juego la vida de una chica de 15 años y Shiga no se puede detener a mirar cómo juega un perro o cómo vuela una mariposa. De hecho, este debe ser el manga de Taniguchi con más acción (digo, de los escritos por él) y más violencia, y eso que hay poco de ambas cosas. Pero se nota, no sólo la incorporación de tópicos de otro género (el detectivesco urbano heavy) sino también un cambio, un acelere en el ritmo del relato. Hasta por ahí nomás, obvio. Porque Taniguchi se toma su tiempo para plantear el conflicto y para delinear a los personajes y sus motivaciones (sobre todo las de Shiga). Tanto que la primera vez que vemos a Megumi de cuerpo presente (o sea, ni en fotos ni en flashbacks) estamos en la página 220 y el tomo tiene 330.
Pero está claro que a Taniguchi no le interesa desarrollar ni explicar lo que le pasa por la cabeza a Megumi. Lo suyo es trabajar a fondo sobre Shiga y mandar al Guacho Alpinismo a jugar de visitante, frente a frente con una montaña de cemento, cuya ascensión marca el punto crucial de la historia. La secuencia de la escalada se despliega a lo largo de 31 páginas en las que la tensión llega a un pico asfixiante. Ya no te importa qué le va a pasar a Shiga una vez que conquiste la cima del edificio; querés que llegue de una puta vez, para recuperar el aliento. Parece increíble, pero todos los yeites que Taniguchi había usado mil veces en los mangas de alpinismo, los vuelve a usar en The Quest… mínimamente camuflados, y a pesar del cambio radical en la locación, funcionan a la perfección para mantenerte en Defcon 4, en un punto en que la tensión es tan zarpada que casi te hace daño.
Del dibujo del ídolo no hace falta hablar, no? Esto está tan escandalosamente bien dibujado como Barrio Lejano o Tierra de Sueños o The Ice Wanderer, con el placer agregado de ver a Taniguchi dibujando al Tokyo actual, con su sobrecarga de rascacielos, negocios, luces y sobre todo, gente. Uno sospecha que al autor no le gusta dibujar multitudes (por eso tanto alpinismo, tanta historia intimista ambientada en el seno de una familia y tanto material situado en épocas pasadas en las que no existía la mega-metrópolis), pero acá se la recontra-banca y dibuja a cientos de personajes 100% urbanos y actuales, muchos de ellos con rasgos propios y bien diferenciados, todos en el marco del hiper-kilombo acelerado del Siglo XXI.
The Quest for the Missing Girl es una historia simple, lineal, pero llena de emotividad, dilemas morales, sordidez, situaciones muy bravas y personajes muy, muy bien trabajados. Manga de primerísima calidad servido por un grande que ya demostró que no necesita recurrir a elementos fantásticos para impactarnos con imágenes e historias de esas que se te instalan en el bocho forever.

El Cosplay invade la calle Corientes.

Como si del mejor teatro de revista se tratara, en la noche de las librerias el Gobierno de la ciudad decidio darle lugar al cosplay en plena av. Corrientes. La cita es el sabado 18 de Diciembre a las 21 hs.
Para participar hay que inscribirse ese mismo dia, a partir de las 19 hs. en la Libreria Cuspide (av. Corientes 1316).