LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: GOKU MIDNIGHT EYE Vol.1

Bienvenidos al maravilloso mundo de Buichi Terasawa, un mundo que refleja el futuro cercano tal como nos lo imáginabamos en los ´80. Un mundo dominado por la hipertecnología, las mega-urbes, las drogas de diseño y el rock´n roll, donde los héroes son cínicos, facheros y letales y las chicas son unos aviones devastadores siempre proclives a ponerse en bolas.
Terasawa, famoso por su Space Adventure Cobra, empezó como ayudante de Osamu Tezuka, es cierto, pero su forma de pensar el manga se parece poquísimo a la de su maestro. Le gustan más los climas nocturnos, despoja a sus protagonistas de cualquier intención moralizante y, lo más importante, dibuja como un autor occidental. Por supuesto, usa la narrativa típica del manga y mete líneas cinéticas como un poseído. Pero su dibujo se parece mucho más al de los clásicos dibujantes realistas de Occidente que al de Tezuka y sus seguidores. Las especialidades de Terasawa son varias, pero las que más llaman la atención son dos: su diseño de tecnología futurista, que se disfruta a pleno en edificios, vehículos y armas, y sus minas, que son siempre exhuberantes y hermosas (además de bastante atorrantas). De hecho, a Terasawa se lo suele criticar por el exceso de machismo en sus historias, donde las minas muchas veces están ahí sólo para mostrar la nerca y recibir golpes por parte de los villanos. Puestos a criticarlo, no estaría mal llamar la atención sobre las dosis de violencia que muestra el autor en sus trabajos, que es realmente pasmosa incluso para los niveles típicos de los ´80, cuando la machaca era más importante (y más heavy) que en casi todos los mangas actuales.
Goku Midnight Eye (de 1987) nos cuenta la historia de Goku Furinji, un policía bravo y conflictivo que, tras ser expulsado de la fuerza, se las rebusca como detective privado. En una visita a sus ex-compañeros se entera de que varios de ellos, casualmente los que siguen la pista de un mega-traficante de armas llamado Dragón Blanco, han sufrido muertes extrañas. Goku empieza a investigar al Dragón y le cuesta, ni más ni menos, un ojo de la cara. Pero una misteriosa organización (de la que el primer tomo se encarga de no contarnos absolutamente nada, para que cuando llegue la revelación sea más potente) lo rescata de las garras del villano y le cambia el ojo perdido por un implante de hiper-tecnología que le permite contactarse con cualquier programa informático y controlar todo tipo de maquinaria. Por si eso no alcanzara, le dan un poderosísimo bastón retráctil, que atraviesa cualquier material y lanza descargas eléctricas devastadoras. Ahora Goku es una onda el Manhunter de John Ostrander (aunque aparece un año antes), pero más pulenta.
Con todos esos chiches, prácticamente no hay casos que Goku no pueda resolver y así transcurren las distintas aventuras que integran el tomo. El detective acepta casos que le traen distintas minitas (a las que invariablemente les baja la caña) y que derivan en violentos conflictos con androides, ninjas sobrenaturales o sectas satánicas que trafican heroína. Obviamente Goku no pierde nunca y esa suficiencia con la que resuelve cada caso le resta un poquito de onda a la serie. Eso y el hecho de que un tipo tan despierto nunca se plantee investigar de dónde viene el implante que le pusieron en el ojo…
Pero estamos ante un comic muy disfrutable, lleno de acción, explosiones, superpoderes, super-tecnología, super-yiros, diálogos copados y ciencia-ficción ochentosa, mechada con un poquito de hard boiled, porque obviamente a Terasawa le encantó Blade Runner. No le pidas que sea trascendente o experimental, porque no da. Pero Goku Midnight Eye es, además de efectista, sumamente efectivo en su intento por shockearte con aventuras de alto impacto, dibujadas como los fuckin´dioses por un mostro total que la tiene atada. Volveremos pronto con el tomo dos, sobre todo porque la última aventura terminó con un cliffhanger jodido como enema de chimichurri…

este finde con la Komikku nueva en Anime Legend

Ya saben, todos los que vayan al Anime Legend este fin de semana van poder conseguir el numero 8 de la revista (que por cierto ya se consigue en las calles) ademas de todas las publicaciones de la editorial. Los esperamos!

Hanami Maid Cafe







LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: DEATH NOTE Vol.4
Qué lindo es estar leyendo un comic y desear que se termine pronto para poder respirar. Este tomo de Death Note te causa tanta tensión, te agarra de los huevos y te los estruja tanto, que no ves la hora de llegar a la última página, cerrar el tomito, respirar hondo y decir “Bue, ya pasó lo peor”. Es más resignación que alivio, porque ahora hay que esperar hasta quién sabe cuándo para leer la continuación y la verdad es que el cliffhanger con el que cierran Tsugumi Ohba y Takeshi Obata no puede ser más hijo de puta.
Yo tenía miedo de que la aparición de Misa y el segundo Death Note desviara la trama, la empantanara o la simplificara demasiado. Nada que ver. Este es el mejor momento de la serie. Como en el segundo tomo, en este no pasa NADA. Son 200 páginas de gente que habla o piensa, pero hay menos acción que en Las Toninas un martes de Septiembre a las tres de la matina. Y sin embargo estos turros de Ohba y Obata te hipnotizan, te tienen aferrado al tomito como si la vida te fuera en ello. En buena medida por el dibujo, que sigue tan perfecto como cuando empezó, pero sobre todo por el guión.
Acá sigue el tira y afloje entre Light y L, las sospechas cruzadas, el juego de deducir qué va a pensar el otro de cada cosa que uno diga o no diga, cómo sacarle data al otro sin mostrar las cartas… en ese sentido, este manga es una cátedra, porque enseña a pensar, a analizar, a especular y a planificar cada movida en forma exhaustiva, con los pro, los contra, las posibilidades de éxito y las consecuencias de cada acción u omisión. Ohba se las pensó todas y se jugó a hacer lo que casi ningún otro mangaka se anima a hacer: un manga con MUCHO texto, lleno de diálogos y pensamientos, donde cada frase está estudiada a fondo y donde todo se decodifica. Esto hace que la lectura lleve mucho más tiempo que si leyéramos un manga común y además le agrega una dimensión a la trama y a los personajes mucho más profunda que la media de lo que se suele publicar en Occidente.
En este tomo buena parte del protagonismo recae en Misa. Desde las cagadas que se manda tratando de contactar a Kira hasta su heroico gesto “final”, esta minita con pinta de yiro hueco y vulgar resulta ser otro personaje muy bien trabajado. Un poquito menos de onda tiene Rem, el shinigami de Misa, pero su rol es importante porque aporta nuevos datos acerca de la relación entre los shinigamis, los humanos y los Death Note que hasta ahora no manejábamos y que seguro van a tener injerencia en la trama. Ryuk sigue pintado, el papá de Light volvió al segundo plano y L, que durante un buen tramo del tomo parece relegado por la relación entre Light y Misa, pega otro volantazo cerca del final que lo devuelve allá arriba, al rol fundamental que el guión le tiene reservado.
Pero el mejor jugador es claramente Light. Es el personaje más interesante, complejo y retorcido que tuve la suerte de leer en mucho tiempo. El precio que paga por cada silencio, por cada minuto en el que en vez de actuar sopesa las consecuencias de sus posibles acciones, los malabares que hace cada vez que alguien (humano o shinigami, con chapa de policía o cuadernito mortal bajo el brazo) lo acorrala contra la pared, su ciclo pendular entre la compasión, la especulación y la falta de pruritos para lograr su cometido, TODO lo eleva a un status de Personajón. No sé si al final gana, pierde o rosquea un decoroso empate. Pero yo lo banco a muerte.
Death Note es brillante, de verdad. El dilema moral, la invasión del mundo real por criaturas fantásticas, la faceta detectivesca, el duelo entre dos genios, todo está demasiado bien pensado y demasiado bien ejecutado. Menos mal que esto fue un recontra-hit. Si algo tan grosso fracasaba, era para cortarse la verga en fetas y mandarle una por correo a Masami Kurumada, ícono absoluto del manga choto pero vendedor.

SE VIENE KOMIKKU 8

Ya esta en imprenta (y calculamos la semana que viene en las calles), el numero 8 de la revista, que bajo esta portada nos trae:

HARUHI SUZUMIYA
De las novelas al animé y del animé al manga, Carolina Rossi y Greg Warrior siguen a la creación de Nagaru Tanigawa para tratar de explicar el fenomenal éxito que logró en todo el mundo. Un informe de otro planeta…
GINTAMA
Ivana Alvis viaja a una versión alternativa del Japón del Siglo XIX para investigar a las creaciones Hideaki Sorachi que se convirtieron en el hitazo inesperado del Shonen Jump.
ISHIGURO NOBURO
Especialmente dotado para la ciencia-ficción y la space opera, este director metió mano en un montón de animés fundamentales y hasta en el cuasi-bizarro Topo Gigio. Pablo Degrandi repasa toda la filmografía de este maestro de la animación.
NEXT WORLD
Un extraño clásico de Osamu Tezuka, de la era pre-Astroboy, bajo la lupa de Andrés Accorsi. Enterate qué línea bajaba el Dios del Manga en los años ´50!
ONANI MASTER KUROSAWA
Ya estamos tan pasados de rosca buscando material raro para presentarles, que Fede Velasco llegó al fascinante mundo de los doujinshis, donde se encontró con la historia de Kakeru Kurosawa y su particular hábito. Animate a compartirlo.
SAINT YOUNG MEN
Buda y Jesucristo, protagonistas de una comedia juvenil. No es un delirio místico de Andrea Vega, sino una maravillosa bizarreada de Hikaru Nakamura, que logró un éxito milagroso.
USAMARU FURUYA
Lucas Ferrero nos conduce por laberintos surreales a través de la vida y la obra de este mangaka de culto, poco publicado fuera de Japón, pero con varias obras devastadoras.
Y.M.O
Dani Acosta enchufa los sintetizadores y sube a escena con la Yellow Magic Orchestra, la banda más importante en la historia del techno-pop japonés. U-na más! Y no jodemos más!
ZOT!
Scott McCloud, pionero en la difusión del manga en los EEUU, creó en los ´80 una historieta de irresistible encanto para los fans de la aventura de todas las edades y todas las latitudes. Martín Fernández Cruz pasa de un mundo al otro para presentártela.

SUPLEMENTO SAINT SEIYA
Octava entrega del suplemento coleccionable dedicado a la máxima creación de Masami Kurumada. Escribe Pablo Degrandi.

HISTORIETA
Y si mi pides la luna, para ti la bajaré, por David Rodriguez y Henar Torino.s

SECCIONES
El Instituto Atómico, por Fede Velasco
El Expreso de Oriente
Andrés Accorsi y Lucas Ferrero traen el más completo panorama informativo para estar alerta con todo lo que se viene.
Mangamanía
Dani Acosta, Martín Fernández Cruz y José Luis Gaitán repasan muñecos, bandas de sonido y videogames imprescindibles.
El Submundo de Edu
Edu Di Costa, el rey de la noche y los gatienzos, nos sigue mostrando este otro submundo que conoce a la perfección. El de la edición de mangas en Occidente. ¿Querías la posta? Acá está.
Correo
Fede Velasco repasa algunas de las cartas e e-mails que nos enviaron los lectores de Komikku en respuesta a nuestros primeros números.
Komikkultura
Para entender mejor los mangas, o simplemente por curiosidad, te brindamos un completo recorrido por el cine, los deportes, la música, las costumbres, la moda y la gastronomía de Oriente.

LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: K
Este es un manga bancado por el Fondo del Bicentenario, que habla sobre la Asignación Universal por Hijo y… Nah, mentira. K es un experto alpinista, un japonés harto de los japoneses que un día trató de escalar el monte K2 y no lo logró, pero se quedó a vivir en el Tibet, en una de las aldeas desde donde suelen partir las distintas expediciones que intentan desafiar a los colosos del Himalaya. Este libro reúne cinco historias de K, escritas por Shiro Tosaki y dibujadas por el maestro, el genio, el ídolo, el grosso entre los grossos, Jiro Taniguchi.
Es un material tirando a viejito, de 1993, posterior a El Caminante pero anterior a los trabajos más importantes de Taniguchi, los que lo convirtieron en uno de los historietistas más prestigiosos del planeta. Acá Taniguchi está con todas las pilas, totalmente cómodo en la temática que más le gusta, que es la del alpinismo, y siempre dispuesto a maravillarnos con sus majestuosos paisajes, su eximio dominio de la anatomía, las expresiones faciales, la acción, los silencios y los climas… fríos. En las historias de K hace tanto frío, y los autores lo transmiten tan bien, que hay que leerlas con sueter, campera y gorro de lana.
Cada uno de los episodios enfrenta a K con alguna de las grandes montañas del Himalaya (los ochomiles, llamadas así por tener más de 8.000 metros de alto) y lo somete a las más extremas condiciones. Frío de 170 grados bajo cero, precipicios de cientos de metros, vientos huracanados de 160 kilómetros por hora… K se la aguanta contra todo, incluso sin comer, sin dormir, con un cadáver a cuestas o un balazo en una pierna. Pero ¿es un humano, o un dios? A lo largo del libro, muchos personajes se lo preguntan, y Tosaki incluso ayuda a sembrar la duda entre los lectores. Pero no. K es un ser humano normal, sin ningún tipo de superpoderes. El tipo sabe lo que hace, conoce las montañas como la palma de su mano, tiene una cuota de suerte importante y unos huevos tamaño Galactus. Lamentablemente, los guiones de Tosaki no hurgan demasiado en las motivaciones de K. ¿Qué lo lleva a jugarse la vida para rescatar a gente que ni conoce? Está claro que no es el dinero, que hay alguna obsesión más profunda, pero el guionista decide no explorarla. Se juega, en cambio, a la tensión que siente el lector al ver (o en realidad, vivir) los peligros a los que se expone este animalito, a la emoción que siente (sentimos) cada vez que alcanza su objetivo, y la verdad es que todo eso te electriza, te conmueve y hasta te hace sufrir de tan fuerte que te golpea. Pero faltan esos cinco pal peso, que sería indagar un poco más en los motivos de K para arriesgar tanto, tantas veces.
Parte de esa fuerza con la que nos impactan estas historias se explica con la labor de Taniguchi. Pocos dibujantes en la historia del medio reflejan como él la relación (en realidad, el contraste) entre el ser humano y la naturaleza. Taniguchi, al igual que Tosaki, conoce a la perfección el mundo del alpinismo, o sea que dibuja con precisión milimétrica todo el particular equipamiento de los escaladores de alta montaña. También se esfuerza para darle rasgos distintos a los personajes, de modo que los japoneses, los europeos y los nativos del Tibet se puedan identificar de inmediato, a través de las sutiles pinceladas del dibujante. Y ni hablar de la puesta en página, siempre cambiante, para acentuar la tensión, la quietud, la violencia o la desesperación que propone el guión en los distintos momentos de cada relato.
Con los años, Taniguchi volvería varias veces a tocar el tema de los montes del Himalaya, tanto en historias cortas como en una de sus obras más extensas, La Cumbre de los Dioses (escrita por Baku Yumemakura). Incluso la maravillosa The Quest for the Missing Girl tiene como protagonista a un tipo (Shiga) que un día se pudrió de Japón y de los japoneses y se fue a vivir a un refugio en las montañas. Pero el romance entre el ídolo y el manga de alpinistas (subgénero en el cual es el máximo referente, a años luz del que va segundo) empieza en K. No es un romance tórrido, porque en la alta montaña hace un frío de cagarse. Pero sí uno sumamente fructífero para los que nos gusta leer mangas de temáticas atípicas y dibujados como la Hiper-Concha de Dios.

Nueva revista de historietas busca...

El amigo Elvio, nos hizo llegar por mail su convocatoria y me parecio que a mas de un seguidor de la revista podia interesarle. aca les dejo la info:

Estamos en la búsqueda de Dibujantes creativos para una revista orientada en su mayoría al mercado del Manga. Pero también habrá lugar para dibujantes de corte Realista, pero solo será un 20% dado que será orientado a lo ya mencionado antes, por tal motivo, nos encontramos abiertos a recibir trabajos, los que mas nos llamen la atención serán citados a una entrevista personal con nuestra directora de arte. Cabe mencionar, que las muestras son de 4 a 6 páginas en blanco y negro. Por ningún motivo es unitario, será en formato antología y vera luz en los próximos meses.

Contacto:
revistadokan@yahoo.com.ar
Atentamente: Elvio
Editor en Jefe.
Revista Dokan

Komikku Party Squad @ Stream Night Party











LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: OH-ROH
Cada vez que se juntan, Buronson y Kintaro Miura se copan imaginando sagas en las que la historia de Japón pega vuelcos fumados o impredecibles, verdaderos Elseworlds históricos que abren las puertas para epopeyas grandilocuentes que, en algún punto, se las rebuscan para conectar con la historial real.
Hace un tiempo me tocó leer Japan, ese Elseworlds en que Japón era destruido y arrasado por las naciones rivales y los japoneses debían emigrar, dispersarse y finalmente reunirse para fundar una nueva nación, todo en un contexto de ciencia-ficción post-holocausto onda Mad Max, y con un par de personajes de nuestra realidad espacio-temporal que –bizarra disrupción mediante- presenciaban los sucesos de esta realidad alternativa. Y me gustó bastante, por eso me compré Oh-Roh.
Acá estamos en la misma: Iba, un historiador y esgrimista de nuestro presente, cae en un vórtice temporal y termina en la China del Siglo XIII, donde gobierna con mano de hierro Gengis Khan, que resulta no ser otro que el legendario guerrero japonés Minamotomo Yoshitsune, un personaje histórico que vivió más o menos en la misma época y cuya muerte teñida de misterio le sirve a Buronson para decir “No, en realidad no murió, se fue a Mongolia y adoptó la identidad de Gengis Khan”. Si leíste mucho comic de superhéroes, este giro limado y traído de los pelos no te va a horrorizar ni mucho menos, así que aceptemos el planteo argumental como válido y démosle para adelante.
Hete aquí que Iba tiene una novia, Kyoko, que no se resiste a perder a su muchacho y, tras seguir sus pasos por China y Mongolia, encuentra el mismo vórtice temporal, se manda de una y cae a la misma época y al mismo lugar! Y acá ya se empieza a caer todo a pedazos. Sobre todo cuando Iba y Kyoko se encuentran y el historiador se convierte en un guerrero mega-pulenta que, gracias a sus técnicas de esgrima moderna y una espada extra-large, le gana de taquito a los aguerridos mongoles del Siglo XIII… que por supuesto están retratados como unos salvajes de escaso intelecto, cuya única motivación es mostrar que son los más malos, matar a muchos tipos y violar a muchas minas.
Iba logra hacerse notar hasta terminar frente a frente con Gengis Khan, quien le revela su pasado como guerrero japonés, y como Iba también viene de la islita, el emperador más cruel, más poderoso y más aficionado a los genocidios, pega onda con el muchacho desplazado en el tiempo y lo integra a su círculo más íntimo. No les quiero contar mucho más sobre la relación entre Iba y el Khan, para no spoilear, pero es muy triste cómo Buronson la usa sólo para darle a Iba nuevas chances de trozar soldados con su espada, en lugar de indagar en el cebamiento infinito que debería sentir un historiador al que –de la nada- le cae la chance de verse cara a cara con una figura histórica de esa magnitud. Todo está puesto al servicio de la machaca y visto desde una concepción machista y retrógrada, donde todo pasa por quién la tiene más grande (la espada, claro). Cuando faltan 58 páginas para el final, Buronson se da cuenta de las posibilidades que abre la paradoja del viaje en el tiempo de Iba y, sin restarle importancia a la machaca sanguinolienta ni pelar ningún giro que no hayamos visto antes 20.000 veces, busca darle un cierre decoroso a este bizarro festival de la violencia. Y casi logra redimirse de las giladas acumuladas en las 150 páginas anteriores. Casi.
Por el lado del dibujo, tenemos a Kentaro Miura prendido fuego, mil veces mejor que en aquel aborto infumable llamado Berserk. Miura es casi un dibujante de Image transplantado a Japón. Se juega demasiado a la espectacularidad, los músculos, las armas, las líneas cinéticas, las poses impactantes, esos caballos enormes (deformes) que parecen poseídos por el Demonio, todo pasado de rosca en materia de violencia y grandilocuencia. Cuando tiene que dibujar una escena tranqui, o laburar los climas, revela sus profundas limitaciones de dibujante pochoclero (aunque no choto, ni precario).
En fin, esto es manga 100% hitero, pensado como eye-candy para la hinchada (o más bien la barra brava), sin profundidad, sin matices y sin chances de resistir una segunda lectura.