LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: THE TWO FACES OF TOMORROW
No te dejes engañar por esa portada pechofrío que no dice nada. Debajo de la misma hay más de 550 páginas de uno de los mejores mangas de ciencia-ficción que se publicaron fuera de la islita. Todo empezó con una novela publicada en 1979 por James P. Hogan, uno de los grossos de la llamada “ciencia-ficción dura” (en una de esas porque se zarpaban con la frula), que te va a recordar a un montón de pelis y series de sci-fi, todas ellas escritas DESPUES de esta novela. Y en 1993, un mangaka al que la ciencia-ficción le queda perfecto, convirtió la novela en historieta. Hoy me resulta imposible pensar que existe una versión de The Two Faces of Tomorrow que NO ES un manga dibujado por Yukinobu Hoshino.
Hoshino había dedicado buena parte de la década del´80 a trabajar sobre historias cortas de ciencia-ficción bastante jugadas para la época y ahora se lanzaba al desafío de adaptar una novela larga y dura (como esssta), escrita 15 años atrás por un autor de otro país y otra cultura. Algo muy raro, porque la gran mayoría de las veces, los mangakas que trabajan sobre obras literarias eligen textos de autores japoneses. Y el resultado es más raro aún, por lo menos para el mercado nipón: no hay chistes, no hay mascotas ni personajes medio en joda, nadie tiene superpoderes, no hay adolescentes, todas las mujeres son mayores de edad y una sóla aparece en bolas, en una sóla página, porque tiene un accidente en la ducha. Para los occidentales es algo bastante más normal. Es una saga de ciencia-ficción con mucha machaca (de hecho, hay todo un tramo en que se convierte en un comic 100% bélico), que bien podría haberse publicado en Skorpio o Cimoc.
Lo que sí es bastante japonés es el énfasis en el mensaje. The Two Faces of Tomorrow es una obra que no disimula ni 15 segundos su intención de invitarnos a reflexionar acerca de qué futuro queremos, cómo es nuestra relación con las máquinas, en cuánto nos beneficia y en cuánto nos perjudica que estas sean cada vez más poderosas, o incluso que aprendan de nosotros conceptos como “el Bien y el Mal”, la auto-preservación, el miedo, la solidaridad. Hoshino no escatima acción ni explosiones en ningún momento, pero siempre mantiene en primer plano esta provocación al debate, esta disputa (encarnada en el Dr. Dyer y sus superiores) acerca de cuánta fe se le puede tener a una humanidad cada vez más dependiente de las máquinas.
Hay muchos más temas relevantes en la obra, pero el de la evolución de las máquinas y su vinculación con los humanos sin duda es el central. Por supuesto, muy bien matizado con una guerra salvaje y sin cuartel, lógica consecuencia de las decisiones incorrectas de los humanos. Una guerra que se ve venir, que va escalando en un clima de tensión cada vez más angustiante, tipo la primera peli de Alien. A tal punto te incomoda esa tensión, que cuando estalla la guerra entre los soldados humanos y la hiper-computadora que controla toda la base orbital, sentís un gran alivio, aunque sepas que a muchos de los personajes les quedan poquísimas páginas de vida. El final es coherente, redondo, brillante, grandilocuente en el buen sentido. Una gloria.
El trabajo de Hoshino en la faz gráfica es impecable. No sólo se mata en todos esos decorados, naves, robots y armas llenos de chiches tecnológicos, sino que además todo es creíble, todo podría existir pasado mañana. Su puesta en página es devastadora, al igual que su manejo de la acción y de las expresiones faciales. Las minitas le salen un poco parecidas entre sí, pero todos los personajes masculinos (que son amplia mayoría) son diferentes y únicos, perfectamente definidos. Además te acribilla con unas tramas mecánicas y unas líneas cinéticas siempre oportunas y siempre impactantes, que complementan a su pincel vigoroso y versátil para crear un blanco y negro magnífico en su complejidad y en su polenta.
Si te copás con la ciencia-ficción, o con una de guerra que transcurre en el espacio, The Two Faces of Tomorrow te va a volatilizar las neuronas. Gracias, Dark Horse, por editarla de este lado del Pacífico.

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