LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: WHAT A WONDERFUL WORLD Vol.1
Realmente no sé cuánta gente se puede llegar a sorprender si digo que Inio Asano es un genio y además el mangaka más interesante de los surgidos en lo que va del milenio, principalmente porque nadie lo edita en castellano, y andá a saber cuántos somos los que nos tomamos la molestia de leer manga en inglés… Lo que me parece más probable es que un amplio porcentaje de los que sí leen manga en inglés ya lo hayan descubierto gracias a su seminal novela gráfica Solanin, una joya de esas que aparecen muy de vez en cuando y extienden los límites del comic hasta donde uno no se imaginaba que podría llegar.
Inio Asano todavía no cumplió 30 años, y hace menos de 10 que trabaja profesionalmente. Pocos tipos llegan a esa edad con un Solanin bajo el brazo y lo mejor que tiene What a Wonderful World! es que fue realizada justo antes, y se puede entender como el entrenamiento, la pretemporada, la etapa en la que el autor se tunea para después salir a matar con Solanin. Los temas son básicamente los mismos y el dibujo está apenas un pasito por debajo de lo que vimos en el magnum opus de Asano.
Vamos primero con los temas. Seguramente viste alguna vez alguna película argentina de esas en las que hay chicos y chicas que terminaron el secundario y se dedican a vagar por la ciudad, sin decidirse entre la facultad, un laburo careta, la banda de rock con los amigos, o emigrar a España a ver qué onda allá. En general los guiones son anodinos, los personajes unos retrasados mentales incapaces de cualquier esfuerzo mayor que el que se requiere para encararse a la vecinita que está buena, y las películas naufragan entre océanos de cerveza tomada en el banco de la plaza o el cordón de la vereda. Para mí sorpresa, Asano se mete de lleno en este infausto subgénero del slice of life (al que yo llamo “Jóvenes a la Deriva”) y lo eleva a fuerza de un talento incontenible. Los personajes de Asano son casi todos jóvenes de veintipocos, con problemas parecidos a los argentinos (el laburo de mierda que paga dos mangos, el garrón que significa separarse de una pareja con la que compartías los gastos, el enorme riesgo que supone dedicarse a lo que a uno le gusta en vez de ir a decir “si señor” a una oficina o a la ferretería de papá, etc.), sumados a algunos problemas mucho más japoneses, como la enorme presión que sienten los chicos para entrar –exámenes jodidísimos mediante- a las universidades prestigiosas, y la enorme decepción de los padres cuando no lo logran y se condenan de por vida a laburos de mierda o, a veces, a la marginalidad.
Con todo eso, Asano arma un ovillo y se pone a tejer historias chiquitas, urbanas, 100% reales, que se entrelazan sutilmente y que se enriquecen además con los sueños de los personajes, tanto en un sentido onírico como de idealismo utópico. Cuando la mediocridad cotidiana se los está por tragar a modo de pantano insaciable, los chicos y chicas de Asano se aferran a un sueño. A veces maravilloso, a veces alocado o violento, a veces incluso con finales tristísimos. Pero el mensaje es que se puede. Que si no te cagás en tus sueños, ni en los que creen en ellos, te espera una vida mejor. También hay historias con más mala leche (la brillante White Star, Black Star) o en las que se cuela algún género más asociado a la ficción (la cuasi-policial The Bear from the Forest, otra gema).
Como dibujante, lo de Asano ya es escandaloso. Hace quedar a todos los demás como pibes de la cuarta que comen banco de suplentes en un club de la C. No sólo maneja a la perfección anatomía, perspectiva, ambientación (esos subteeeessss!), ritmo, puesta en página, tramas mecánicas, expresiones faciales. También se mata para que TODOS los personajes sean distintos y a la vez creíbles. Hay chicos altos, petisos, gorditos, chicas medio narigonas o boconas, chicos con anteojos, con rastas, con rulos, con calvicie incipiente, chicas casi sin tetas, otras con un poquito más, ninguna con esas sandías que les dibujan en los shonen para pajeros, chicos que se visten tipo grunge, punk, dark, alternativo, cheto, lo que quieras. Acá nada es homogéneo, no hay estereotipos repetidos, cada uno de esos pibes tiene su propia identidad y se nota con sólo mirarlos.
Más adelante, prometo leer y comentar un segundo tomo de historias cortas de Inio Asano, pero por ahora me conformo con que mucha gente que por ahí no lo ubicaba lo descubra y trate de conseguir sus mangas. Este pibe es un auténtico capo, sin nada que envidiarle a ninguno de los grossos de verdad. Y sumergirse en su mundo de jóvenes a la deriva garpa, a morir.

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