LOS MANGAS DE ANDRES


Hoy: DEATH NOTE Vol.2
Uia, me cagaron… ¿Cómo escribo una reseña de la extensión habitual acerca de un tomo en el que pasa tan poco? Le tengo que pedir a Aníbal Fernández que me preste la guitarra mágica para sanatear…
En principio, el dibujo de Takeshi Obata sigue siendo tan grosso como en el tomo anterior. Acá ya tenemos una sóla ambientación, la de Tokyo, y un desafío: que el lector no se aburra a lo largo de 200 páginas en las que no hay acción, ni peleas, ni escenas en el mundo dark de los shinigamis, ni nada mucho más emocionante que un señor con saco y corbata pegando un par de gritos a sus empleados. Y Obata se arremanga y labura, trata de variar los enfoques, deja la vida en los fondos, se luce con las tramas mecánicas, le pone onda a los primeros planos para reflejar las expresiones de los personajes y darle rasgos individuales a los agentes que colaboran con L y el papá de Light en la investigación. Un fenómeno.
En todo caso, el problema está en el guión. Tsugumi Ohba baja de golpe tres cambios, y la historia queda al borde del punto muerto. Después de un primer tomo en el que pasaban montones de cosas, ahora la trama avanza más lento que el 151 por Bartolomé Mitre un martes a las dos de la tarde. Habíamos comparado el duelo entre Light (o Kira) y L con una partida de ajedrez… y bueno, esta es la parte aburrida, en la que los dos tratan de asimilar la última jugada del rival y delinear su próxima movida. Casi todo gira en torno a las consecuencias de la que hasta ahora fue la jugada más arriesgada de Light: la eliminación de los 12 agentes del FBI que respondían a L e investigaban a la policía japonesa. L no tiene más remedio que hacer causa común con los propios agentes a los que él mandó a espiar y para eso se tiene que ganar su confianza. A Light le pasa algo parecido: se tiene que ganar la confianza de una ex-agente, novia de uno de los que él mató. Si no, está en el horno.
Todo esto lleva muuuuchas páginas, en las que no pasa mucho más. Ryuk, el shinigami, está de adorno. Light ya aprendió las reglas del cuaderno y se las rebusca muy bien solito, o sea que esa relación de entrenador-jugador se disuelve en la nada misma. Ryuk está ahí simplemente para que Light tenga alguien a quien comentarle lo que piensa a medida que planifica sus movidas, pero su aporte en este tramo es mínimo.
En fin, no los quiero aburrir con chamuyos inconducentes, ni buscarle la quinta pata al gato. Este tomo simplemente no da el jugo necesario como para dedicarle el mismo espacio que a los anteriores. Ojalá en el próximo la historia recupere el ritmo y el impacto del primer tomo, así yo me divierto al leerlo y ustedes sufren un poco menos al leer la reseña…

1 comentarios:

El Critico Citrico dijo...

Si te aburriste con este tomo cuando llegues a la parte de Yotsuba te vas a querer matar!!!.
Ahí es cuando se pone densa la cosa de verdad.

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